Lo hizo por todos
Por todos aquellos hombres y mujeres que trabajan mientras otros festejan.
Por aquellos niños que no tienen para comer cuando en tantas mesas sobrará el pan.
Por las autoridades, por los poderosos y por los que no tienen poder.
Por tantos abuelos que están abandonados.
Por los que verán y escucharán fuegos artificiales y por los que no pueden ver ni oír.
Por los que ríen, y también por los que lloran.
Por los que tienen hogares y por los que viven en la calle.
Por los cuerdos y por los que están en los manicomios.
Por aquellos cocineros, médicos, enfermeras; por los bomberos y los policías; por los presos y por los enfermos, por los que están lejos de sus hogares, y por los que están cerca, pero distanciados.
Por los que comparten y por los que cierran su mano.
Por los que están y por los que se fueron.
Por los que no tienen hijos y por los que quisieran conocer a sus padres.
Por los que tienen todo, pero no tienen con quien compartirlo.
Por los que han alcanzado sus metas, pero no son felices.
Por los huérfanos y las viudas y por los que no pueden tener hijos.
Por los que lucen ropa nueva y por los que pasarán frío.
Por los que entienden de qué se trata y por los que no tienen la más mínima idea.
Por los pilotos y azafatas, por los que están en el espacio y debajo del agua.
Por los que se tomaron vacaciones y por los que no tienen trabajo.
Por los que se tomarán su bebida preferida y por los que no tienen agua.
Por los misioneros en todas partes del mundo y por los que no saben quién es Jesús.
Por los que lo han perdido todo y por los que no valoran lo que tienen, por los que tienen esperanza y por los que la han perdido.
Por los que escriben en los periódicos y por los que no saben leer…
Por todos ellos Jesús nació.
Por todos ellos vino al mundo, pero no llegó en primera clase, ni fue atendido en un hospital; pocos, muy pocos, festejaron su llegada. No vino con guardaespaldas, ni había misioneros en su tierra. No salió en la tapa de algún diario, ni fue visitado por presidentes. No se estrechó la mano con poderosos, ni conquistó países con guerras.
No dio un amor exclusivo, Él le abrió los brazos a todos.
No tuvo ovejas y aún así fue el mejor pastor.
Jesús fue un Maestro con la humildad de un alumno,
un abogado que murió sin un juicio justo,
un rey por encima de todos los reyes,
un Señor por encima de todas las personalidades,
el agua que vino a calmar la sed del corazón,
el camino, aunque nos hemos resistido andar por él,
la vida, aunque hemos insistido en aferrarnos a aquello que nos destruye.
Un siervo aun de siervos.
Una excelente persona,
El carpintero que construyó el puente más valioso que tiene el hombre.
La luz que nos alumbró con su propio ejemplo.
Ese mismo Jesús aún nos sigue buscando. Míralo en la calle, debajo de los puentes, en casas de madera y de cartón. En los hospitales y orfanatos, en el rostro de los que sufren y necesitan ayuda; y permite que sea mucho más que un pequeño muñequito de cerámica casi escondido cerca del arbolito de navidad.
Permite que en esta Navidad Él llegue al lugar donde más le hubiera gustado nacer.
Hazle un lugar para que nazca en tu corazón.
Lo hizo por todos Luis César Caballero
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